IEEE Power & Energy Magazine - Spanish - Enero/Febrero 2018 - 83

en mi opinión (continuación de la pág. 89)
informados, empoderar a los consumidores también puede ayudarles a actuar
como ciudadanos energéticos.
¿Por qué es importante esta distinción? Porque tiene importancia si consideramos a las personas como consumidores o como ciudadanos: desde un
punto de vista conceptual, cuando se
intenta comprender las
elecciones y el comportamiento relacionado con la energía,
desde un punto de vista práctico, cuando se
formulan políticas para
abordar las inquietudes de las personas y,
por supuesto, desde un
punto de vista político,
cuando las personas se involucran y se
convierten en participantes activos en
la formulación de políticas relacionadas con la energía.
Tomemos, por ejemplo, el caso de
las cooperativas de energía. Se podría
argumentar que solo son grupos de
consumidores individuales que se unen
para obtener un mejor trato cuando
compran equipos de generación o venden energía a la red. La unión hace la
fuerza, y los consumidores de energía
tienen mucho que ganar sumando sus
fuerzas. Pero, al mismo tiempo, una visión tan utilitaria estaría pasando por
alto las motivaciones idealistas, a favor
del ecologismo y del medioambiente
que impulsan al menos a algunas cooperativas de energía o, por el contrario,
el deseo de desconectarse, incluso ser
autárquicos respecto de la sociedad que
puede estar motivando a otros. Claramente, aquí hay dimensiones de acción
colectiva que no pueden ser captadas
adecuadamente por la noción de consumidores de energía únicamente.
La dinámica de la acción colectiva
también puede influir en las relaciones
entre las asociaciones de energía locales, por un lado, y los proveedores de
energía y los gobiernos municipales,
por el otro. El abaratamiento de costos
y la mayor accesibilidad de las tecno-

logías de energía renovable (la tecnología solar fotovoltaica en particular)
han puesto a estas asociaciones en una
posición en la que pueden negociar no
solo el precio de la energía que consumen, sino también la forma en que se
produce dicha energía. Por ejemplo, los
habitantes de una ciudad determinada,
o incluso barrios específicos de la ciudad,
pueden decidir producir toda o parte de la
energía que necesitan
instalando paneles solares en sus techos.
Obviamente, esto
afectaría la forma en
que se relacionan con
los proveedores de
energía locales. Es posible que ya no
necesiten la misma cantidad de gas
para calentar sus hogares, pero en
cambio pueden necesitar más servicios
relacionados con la energía (por ejemplo, para instalar y mantener paneles
solares fotovoltaicos). Lo que esperan
de los que toman las decisiones en el
ámbito local (miembros del consejo,
alcaldes, administraciones municipales) también puede cambiar, ciertamente cuando se trata del impacto de
las opciones energéticas locales en las
facturas de impuestos de los residentes,
pero posiblemente también en cuanto
al respeto por el medioambiente de las
políticas locales de energía o transporte más amplias.
Cuestiones similares también se
plantean a niveles más altos, como a
nivel regional o incluso nacional, hasta
decisiones fundamentales sobre cómo
enfrentar el cambio climático y construir la sociedad con baja emisión de
carbono del siglo XXI. Pero el punto
principal es el mismo: a medida que los
consumidores de energía comienzan a
empoderarse, empiezan a tomar decisiones, algunas de las cuales los llevarán más allá de los cálculos utilitarios
de costo-beneficio y los convertirán en
ciudadanos energéticos (por supuesto, en principio, algunas personas se

¿Algo de esto
importa para
la investigación
e innovación
energéticas?

enero/febrero 2018

vuelven activas sobre cuestiones de
energía o el clima por razones no utilitarias).
¿Algo de esto importa para la investigación e innovación energéticas?
Por supuesto que sí. Por ejemplo, los
impulsores y las motivaciones tras las
decisiones y los comportamientos relacionados con la energía, tan importantes para el éxito o el fracaso de las medidas de eficiencia energética, han sido
una preocupación central para los conductistas y los especialistas en políticas
públicas durante algún tiempo. Todavía hay mucho que no sabemos sobre
la forma en que las personas, así como
los hogares o las empresas, toman estas decisiones. ¿Importa si los hogares
están encabezados por mujeres u hombres? ¿Los grupos (las cooperativas de
viviendas, las asociaciones de residentes, etc.) toman decisiones diferentes

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